Relación madre e hijos. Tipos de madres según la relación con los hijos

relación madre e hijos
La relación madre e hijos es, sin duda, el vínculo más importante que todo hijo puede tener. Pero, aunque implícitamente lo sepamos, mucho no se habla sobre los diferentes tipos de madre en relación a los hijos.Una madre amorosa puede ser una experta cocinera y pasar horas jugando con los niños o bien una madre puede pedir una pizza para sus hijos y sentarse a mirar la tele o a escuchar algo que tengan los niños para contarle. Ambas posturas maternas son excelentes y completamente válidas para la crianza adecuada de los niños.

Por otra parte todas las madres tienen en común: tras la llegada del recién nacido no es posible saber en todo momento qué hacer y cómo actuar. Por el contrario solemos sentirnos aturdidas, perdidas y algo estresadas puesto que, como ya sabemos, los niños no nacen con un manual de instrucciones debajo del brazo.

 

No obstante es interesante indagar sobre los diferentes tipos de madres para poder comprender cuáles son sus fortalezas y debilidades.

 

La relación madre e hijos: El vínculo entre madre e hijo es un vínculo que marcará de por vida las emociones y psíquis de nuestros hijos, por tanto es importante reconocer qué tipo de madres somos para saber en qué aspectos debemos mejorar.

 

La relación madre e hijos: Tipos de madres

1-      Madre controladora. Este tipo de madres son extremadamente controladoras. De hecho se les apoda “madres GPS”, puesto que no dejan nada librado al azar.  Se agotan ellas mismas y agotan a los demás. Son, en pocas palabras, madres sobreprotectoras y es así como expresan su amor. Es importante que cada madre reconozca que cada hijo tiene su privacidad, así como también que comprenda y respete esto.

 

2-      Madres perfeccionistas. Este tipo de madres se esfuerzan (a su modo) por ser las madres perfectas y que también sus hijos lo sean. Esto, con límites adecuados, no tiene nada de malo. De hecho, toda madre quiere siempre lo mejor para sus hijos. El punto se encuentra en que estas madres no tienen límites y siempre se encuentran presionando (inconscientemente hablando) a sus hijos para que ellos sean mejores y se superen constantemente. Esto tiene varias cosas a favor. No obstante puede generar un sentimiento de falta de amor (aunque claro está eso no es cierto), por la constante necesidad de progresar sin premiar a los niños durante el trayecto. En este tipo de casos debemos aprender a premiar los pequeños esfuerzos que nuestros niños hacen.

 

3-      Madres cómplices. Son el tipo de madres que intentan ser amiga de sus hijos. Esto, aunque en apariencia es positivo (y tiene condimentos que lo son), puede resultar en una falta de límites que los niños deben sentir por parte de su madre y que, en estos casos, se desdibuja o pierde haciendo que el niño no tenga respeto por la autoridad (en ese momento la autoridad es la figura de la madre, pero luego se traslada hacia otro tipo de autoridades en la vida adulta: jefes, autoridades legales, etc).

 

4-      Madres que compiten. Son madres que, aunque en un plano completamente inconsciente, compiten con sus hijas por el tipo de piel, belleza y juventud. Luego de esto (y tras poder descubrir este aspecto) comienza el sentimiento de culpa. Frente a esta situación es importante tener en cuenta y trabajar sobre dos puntos: 1) reconocer la competencia inconsciente para poder dejar de hacerlo; y 2) comprender que el mundo actual tiene un parámetro de la belleza asociada netamente con la juventud. Es importante trabajar desde el punto de vista psíquico sobre estos dos aspectos para poder superar esta relación insana entre madres e hijas.

 

5-      Madres apropiadoras. Son madres que no pueden (o les cuesta mucho) reconocer que entre ellas y sus hijos hay una división/separación, es decir que tienen vidas diferentes. No obstante ellas no logran verlo. Por ende, todo lo que afecte al niño, también le afectará en igual medida las madres. Esto puede generar sensación de ahogo en los niños y hasta patologías psíquicas (por la falta de separación que necesariamente debe haber en este vínculo).

Reconocer que son niños y que se equivocarán es un paso para que este vínculo vuelva a ser saludable. Por otra parte también serviría comprender (consciente e inconscientemente) que no podremos evitar que nuestros hijos sufran, dado que esto forma parte del crecimiento.

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