Cuento de Navidad: La estrella del hada florentina

Cuento de Navidad: La estrella del hada florentina

10887982_10202980495145078_2036375196_nAquel año Florentina había hecho todo lo que tenía que hacer; se había portado bien durante todo el año, durante todo el año recogió su cuarto, durante todo el año se comió las acelgas y hasta los pimientos que había guisado su madre. También durante todo el año ayudó a quien se lo había pedido, y no se pegó con nadie, y aprobó todas las asignaturas. Así que sin duda aquel año había hecho todo lo que tenía que hacer.

Pero ahora tenía que escribir la carta a los reyes magos, y mandársela cuanto antes, porque con tantas obligaciones no le había quedado mucho tiempo para hacerlo. Se sentó cómodamente, al lado de un cacao caliente y comenzó…

-Queridos Reyes Magos, este año no ha sido como el anterior que me pegue con Pila Mila, este año no me he pegado con absolutamente nadie. Tampoco he traído las mates plásticas suspensas, y hasta he sacado diez estrellas en artes y encantamientos. He de deciros que todos los días he hecho mi cama, recogido mi cuarto y hasta mi ropa, incluso de propina no solo he limpiado mis zapatos, también he limpiado los de papá y los de mamá, he sacado la basura a diario, y me he comido las verduras sin rechistar, he ayudado a la abuela en todo lo que me ha pedido. Creo que no se me ha olvidado nada…

Y mientras escribía su madre el hada Gumersinda la llamo…

-¡Floooorentiiiiina hija! ¡Florentiiiina!

-¡Que mama! Ahora no puedo

-¡Cómo que no puedes! Veras como se enteren los tres reyes Magos, que todo lo ven

Fue decir su madre estas palabras, y salir corriendo todo uno. Aquella tarde su casa era un ir y venir de recados por aquí, y mandados por allá pues se reunía toda la familia a cenar.

Pero Florentina escribía mentalmente una y otra vez su carta en la cabeza, quizás por eso no la mandó, en lugar de mandar la carta, metió su barita en el sobre y lo hecho a correos.

Cuando se dio cuenta del error que había cometido, ya no había remedio. Para un año que se portaba a mil por cien de bien. Para un año que se comió todas las verduras, para un año que no se pegó con absolutamente nadie, y que no se le olvido nada de nada, va y se confunde con lo más importante, va y mete la pata con lo que no tiene remedio.

Y como es de suceder a los tres Reyes Magos le llego su carta, la abrió Melchor y con los ojos muy abiertos dijo…

-¡Nos han mandado una barita!

-¿Quién?- preguntó Gaspar

Entonces leyó la dirección del remitente y dijo…

-Ha sido el Hada Florentina

-¿Se ha portado bien este año? Pregunto extrañado Melchor

-No he revisado su expediente

Contestó Gaspar que era quien tenía asignada su vigilancia, así que corrió a su archivo mágico y sacó su carpeta, para luego decir en alto

-¡Qué barbaridad! Este año se ha superado, lo ha hecho  realmente bien todo.

-¡Menos una cosa! Dijo Baltasar

-¿El qué? – preguntaron los otros dos reyes

-No, nos ha mandado una carta, nos ha mandado su varita magia, quizás sea un regalo para nosotros

-¡Qué barbaridad! – respondieron los otros dos reyes.

Guardaron la varita en un lugar especial y siguieron trabajando porque estaban muy, pero que muy atareados.

Cuando llegó el día de reyes, todos los niños  tuvieron regalos menos ella. Todos los niños tenían juguetes nuevos con los que jugar, menos ella.

Que se quedó sentada, sin saber muy bien que es lo que tenía que hacer para recuperar su varita. Ya que regalos no iba a tener, estaba clarísimo.

Pero tan solo dos días después, que fueron los que necesitaron los Reyes Magos para descansar, se acordaron del regalo de Florentina y fueron a buscarlo.

Gaspar lo agitaba como lo hacen las hadas, pero sin lugar a dudas como no eran un hada no funcionaba

-¿Para qué nos habrá mandado una barita mágica, si no la podemos usar? –preguntó Melchor

-Puede que nos la haya mandado para decorar la casa –Contesto Baltasar

-Yo creo que si revisamos su expediente, y nos fijamos bien en lo que hizo, seguro que averiguamos porque nos la ha mandado

Así fue como los tres Reyes Magos se dieron cuenta de que aquello había sido un error, pero ahora ¿cómo iban a devolvérsela?, Sus camellos estaban de vacaciones, la estrella de Belén no volvería en un año.

Menudo disgusto tenían sus majestades de oriente, ahora estaban todos disgustados, Florentina por un lado, sus majestades por otro. Tenían que buscar una solución y rápido.

Pensaron y pensaron, y volvieron a pensar, hasta que se les ocurrió una idea, que aunque descabellada era la única que tenían.

¿Por qué no ir a caballo? ¿Por qué no usar la estrella de la varita para guiarles?

Tal cual lo pensaron, tal cual lo hicieron, se subieron a caballo con la barita de Florentina y se fueron a buscarla.

La verdad es que les fue muy bien, porque llegaron en menos que cantan dos pollos, que se supone que cantan antes que el gallo.

Cuando llegaron se encontraron a Florentina sentada muy apenada, pero en cuanto les vio llegar con su barita mágica, se alegró un poco.

Luego sus majestades la pidieron su carta, Florentina fue corriendo a buscarla para dársela.

Sus majestades comenzaron a leerla en voz alta…

-Queridos Reyes Magos, este año no ha sido como el anterior que me pegue con Pila Mila, este año no me he pegado con absolutamente nadie. Tampoco he traído las mates plásticas suspensas, y hasta he sacado diez estrellas en artes y encantamientos. He de deciros que todos los días he hecho mi cama, recogido mi cuarto y hasta mi ropa, incluso de propina no solo he limpiado mis zapatos, también he limpiado los de papá y los de mamá, he sacado la basura a diario, y me he comido las verduras sin rechistar, he ayudado a la abuela en todo lo que me ha pedido. Creo que no se me ha olvidado nada…

-Pues nosotros sí creemos que se te ha olvidado algo

-¿El qué? Pregunto el hada Florentina

-¿Qué quieres para reyes?

-Pues verán sus majestades, como me he quedado esperando, y esperando me he quedado sin nada, he pensado que habrá algunos niños que también se hayan quedado como yo. Así que lo tengo claro

-¡Tu dirás!

-Yo quiero que todos los niños del mundo tengan su regalo

-Pero… y ¡tú!

-Ese es mi regalo

Sus majestades la concedieron el deseo sin rechistar porque aquel año sin lugar a dudas se había portado de mil por cien. Además ya tenía su barita que era lo que más quería.

Cuento de navidad por Estrella Montenegro

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