El valor de las lecturas compartidas

La lectura compartida entre padres e hijos es una de las experiencias más gratificantes para los niños. Los padres que leen en voz alta, fluidamente y enfatizando los tonos emocionales, con el fin de captar y mantener la atención de sus hijos, convierten a la lectura en una actividad sumamente lúdica y divertida.

Stock photo: Mother reading a book to kids

La lectura compartida permite que los niños desarrollen la habilidad de escuchar, aumenta la capacidad de atención y concentración; estimula la sensibilidad estética a través de la valoración de las ilustraciones; enriquece el vocabulario; introduce a los niños con naturalidad en el lenguaje escrito, e incentiva el interés por la lectura. Sin duda es un espacio privilegiado para el desarrollo de la inteligencia emocional.

La modalidad de lectura compartida también favorecen y generan un poderoso vínculo afectivo entre padres e hijos, basado en el placer de compartir, de acompañarlos en el proceso de realizar sus propios descubrimientos y develar la realidad que le van mostrando los libros.

Para los padres compartir juegos y lecturas les da un espacio para recuperar su propia infancia. A través de juegos, canciones y libros se reviven y recuerdan emociones que sintieron cuando eran pequeños. Esto crea un fuerte lazos entre padres e hijos, que es de alguna forma una ligazón de inconsciente a inconsciente. Los niños disfrutan de saber qué hacían, leían y qué jugaban sus padres cuando tenían la edad de ellos. Por ejemplo, juegos como bingos de letras o palabras posibilitan que el niño, junto con interactuar con sus padres u otros familiares en forma grata y relajada, aprenda e internalice conceptos en forma natural y sin presión.

Sabemos que la calidad de la oferta es una chispa para hacer que nazca un nuevo lector. Pero no es suficiente ofrecer grandes cantidades de libros a un niño para provocar su interés por la lectura, pues aquel niño que realmente perciba que la lectura es un elemento esencial del ambiente en que vive recurrirá a los libros sin necesidad de que se le obligue. No importa la cantidad de libros que una familia tiene. Lo que interesa es el placer, la confianza, la discusión que ellos inspiran.

Un hogar donde los libros son amados por las personas a quienes el niño ama, donde son deseados como compañía, como materia de sueño, de divertimiento, de emoción, provocarán en los niños la curiosidad de leerlos.

La ventaja principal de aprender desde pequeño todo lo que los mayores tienen para enseñar sobre la belleza, en la vida y en el arte, es la de crecer como una persona más exigente. Esto será una herencia importante para los hijos. El adulto capaz de interpretar lo que ve a su alrededor y que considera su derecho al placer y a la belleza tan vital como su derecho a casa y comida, tolerará menos la incompetencia de ciertos funcionarios, las escuelas tediosas, los servicios deficientes, y tantas y tantas cosas que son una falta de respeto al ciudadano. El inconformismo que puede surgir es muy positivo, puesto que de él nace el deseo de cambio, la capacidad crítica y la esperanza de una vida mejor.

La familia que construye lectores, forma también, a alguien con más posibilidades de estar convencido de su derecho a aprovechar las actividades placenteras.

Genera niños que cuestionan e interpretan el mundo de acuerdo a las experiencias que han vivido, generando nuevas interpretaciones y nuevas posturas frente a una situación que a veces podríamos entender unívocamente.

by: carmenelenamedina

Tomado de:  2ª Jornada de Capacitación

Bibliotecas Escolares MERCOSUR – Gobierno de Chile

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