Desautorizarse entre los padres altera las emociones y el comportamiento de los niños

Muchas veces los niños se preguntan ¿A quién le hago caso? Una pareja está conformada por dos personas que piensan diferente. Si cada uno determina qué debe hacer o cómo debe actuar el niño sin consultarlo con el otro, con seguridad se presentarán conflictos.

Cuando existen diferencias marcadas en la pareja (las van a tener en algún aspecto), deben hablar antes de dar una orden a su hijo. Si uno de los dos dio la orden y el otro no está de acuerdo, lo mejor es quedarse callado delante de este, para luego explicarle a solas a la pareja por qué considera que puede estar equivocado(a) y, si es el caso, corregir la situación.

Todo esto no quiere decir que no haya conflictos, sino que se deben manejar de una forma adecuada, para el bien de toda la familia.

Los padres deben tener claros las normas y los límites de los infantes; al ser responsables de la crianza de sus hijos, deben escucharse entre sí para llegar a acuerdos y construir un criterio guía para la formación. Estos se deben hacer cuando los niños no estén presentes, ya que no se deben involucrar en el conflicto. Cuando un menor reconoce que existen dificultades entre sus padres, puede aprovecharse de la situación, manipular a los padres y seguir la orden que más le convenga.

Es importante explicarle al niño que mamá y papá tienen grandes diferencias en sus historias de vida, en la crianza, en las costumbres y en las creencias, pero se respetan. Por ningún motivo alguno de ellos debe descalificar a su cónyuge con palabras como: ‘cansón’(a), ‘fastidioso’(a), entre otras. El niño puede molestarse con el adulto que hace el comentario, o repetir el comportamiento hacia su madre o padre, según sea el caso. Y esto no es correcto.

Además, los padres deben cuestionarse sobre qué esperan de su hijo cuando le llaman la atención, dan un permiso o dictan una orden. Es distinto el mensaje acerca de si esperan que él haga lo que ellos quisieran, o lo que es mejor para él. Por eso, es necesario preguntarse: ¿quiero que mi hijo haga lo que le ordeno, o lo que más le conviene?

Para ello, Andrés Mauricio Cano Rodas, docente del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana (Colombia), afirma que “Es necesario conocer muy bien a los hijos para buscar y potenciar lo mejor en ellos, y no lo que los padres quieren hacer de estos (muchas veces estas dos posiciones pueden coincidir)”.

El desconocimiento

Claudia Jiménez Chacón, psicóloga de la Asociación Afecto y experta en crianza, asegura que muchos padres aún no reconocen cuáles son las consecuencias de la desautorización entre ellos, hasta que denotan ciertas características en los pequeños:

1. Se confunden, no tienen guías ni parámetros establecidos, se alteran su estado emocional y comportamiento. Esto se hace evidente en el bajo rendimiento académico, actitud voluntariosa, irritabilidad, llanto, impaciencia y brusquedad con sus compañeros y hermanos.

2. Al ser nombrados en las discusiones, los niños se sienten culpables y responsables de las discrepancias de sus padres, pretenden solucionarlo todo, sienten impotencia, ansiedad y rabia. Su carga emocional es alta.

3. Presentan comportamientos manipuladores, se apoyan en el adulto más permisivo de la casa. Lo grave ante el conflicto es que uno de los padres evidencie cierta tendencia a la protección y haga repetitivas frases como: “No hagas tareas, pero no le cuentes a tu papá porque se pone de mal genio”. Con palabras como estas al niño se le está transmitiendo un mensaje negativo, se le está enseñando a mentir.

4. Si es una orden que le resulta agradable se sentirá cómodo, pero lo más agradable no siempre es lo más adecuado. Que los papás no se pongan de acuerdo es como tener a dos jefes dando órdenes a la vez.

5. Pueden somatizar los problemas a través del sistema digestivo o respiratorio. También se les puede alterar el sueño.

¿Cómo darse cuenta?

Muchos padres no son conscientes de la importancia del mutuo acuerdo a la hora de educar a los pequeños. Suelen reconocer sus fallas a través de charlas en los colegios o en conferencias. A nivel preventivo, se deben establecer hábitos saludables y reglas para cumplir, porque se puede incrementar el conflicto y deteriorar el vínculo afectivo. Si es necesario, consultar con un psicólogo.

Papás separados

Padres que se comunican permanentemente, deben tener un criterio unificado en normas y hábitos. Pero si, por el contrario, pelean todo el tiempo, es importante solicitar una guía profesional para no afectar al niño emocionalmente.

En caso de que el niño viva con la abuela, la empleada, el tío, el primo, etc., es importante delimitar los criterios de crianza para que no haya desautorización. Los papás serán los encargados de proyectar la autoridad.

Fuente: http://www.abcdelbebe.com/nino/12-24-meses/comportamiento/desautorizarse…

2 comentarios de “Desautorizarse entre los padres altera las emociones y el comportamiento de los niños

  1. Clara dice:

    Ciertamente es así, y si esto no se corrige a tiempo, ya no será un niño, sino un semi-adulto que acaba por someter e imponer a los padres su voluntad aprovechando esas diferencias y fisura.
    Si los padres no mantienen un frente común de cierto grado de responsabilidad, se produce un desequilibrio y una parte trata de asumir la indolencia de la otra.
    El resultado desemboca en un hijo (casi) adulto, sin un mínimo de tolerancia a la frustración porque las disconformidades de ambos padres, le han evitado el cumplimiento de las responsabilidades.
    Al no conocer sus limites ni asumir responsabilidades, se volverá perezoso.
    El trabajo y cierta disciplina en la responsabilidad de las tareas, supone inicialmente resistencia o cierto grado de oposición en los niños, que prefieren el juego o la indolencia que en el cumplimiento de sus obligaciones.
    La falta de trabajo lleva al fracaso y el fracaso a una sensación de frustración de esos hijos que no saben corregir ni mantener y en las mas de las veces deriva en ira hacia quien mas le quiere ayudar u orientar entre los padres y quien mas voluntad y trabajo en la educación y responsabilidad ha puesto.
    Entre el matrimonio se produce una rotura. El/la que consideraba que debía haber habido mas disciplina, dado el fracaso reiterativo del hijo, culpa al indolente de su falta de participación, y el padre indolente trata de evitar recibir cualquier tipo de reproche y lo peor! se escuda en ello para no corregir la situación. El hijo es un fracaso y la situación matrimonial se llena de rencores y desavenencias.

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