De todos es sabido que el aprendizaje de nuestros hijos se da tanto a nivel consciente como inconsciente. En el segundo nivel funciona de un modo mucho más intenso y eficaz el instinto de imitación que todos los niños llevan incorporado.
Es aquí donde nuestros hijos, de manera automática y natural, prestan mucha más atención a lo que hacemos que a lo que les decimos que hagan. De nada servirá que les digamos que no tiren papeles a la acerca o que no se burlen de otras personas si nosotros hacemos lo contrario de lo que les exigimos.
Puede que obedezcan mientras nosotros estemos delante para evitar ser reprendidos, pero su carácter irá adquiriendo las rutinas contrarias a las que queremos inculcarles, además del pernicioso hábito de mentirnos sobre cómo se comportan en realidad.
Sus hábitos conformarán sus rutinas y forjarán su carácter y personalidad. Pero sus hábitos imitarán a los nuestros, por lo que de nosotros depende transmitirles el mejor ejemplo posible.
Si te relacionas de manera perjudicial con la tecnología, tus hijos también lo harán, pero ellos correrán muchos más riesgos que tú.
Educación tecnológica: A más tecnologías, nuevos riesgos.
Los fabricantes no esperan por nadie. Siempre quieren sacar al mercado nuevos productos que nos seduzcan. Y los niños también son un objetivo comercial, por lo que muchos dispositivos tecnológicos están diseñados para llamar su atención.
Es misión de los padres filtrar los productos necesarios y evaluar si realmente cubran alguna necesidad y son de utilidad. También es función de los padres estar al tanto de los riesgos inherentes al mal uso de estos productos o incluso al uso correcto de ellos.
Sobre todo hemos de tener en cuenta que todo lo relacionado con Internet supone una ventana de doble sentido: no solo nosotros y nuestros hijos nos asomamos al mundo a través de la red de redes, también otros pueden llegar hasta nuestra familia. Tenemos que estar al tanto de los riesgos de ser vigilados en Internet.
Hábitos sanos para una sana relación con la tecnología.
Piensa que una mala relación con las nuevas tecnologías puede ser tan perjudicial para tus hijos como una mala relación con la comida. ¿Acaso no querrías darle a tus niños un buen ejemplo en tu relación con la comida? Pues el mismo principio opera para este ámbito tecnológico.
- Controla el tiempo que pasas en Internet. No dejes que te aparte de tus hijos.
- Comparte ese tiempo con ellos. Haz que esa ventana al mundo no sea un compartimento estanco que les separe de ti, sino una actividad conjunta entre vosotros.
- Muéstrale todas las posibilidades de las nuevas tecnologías. Que entiendan que no se trata solo de ocio sino que pueden aprender mucho. Hay muchas aplicaciones para niños que fomentan su aprendizaje.
- Haz que el tiempo disfrutado con las nuevas tecnologías sea de calidad. Evita los juegos adictivos y las páginas con contenidos violentos o inadecuados.
- Recuerda alternar el tiempo que pasas con tus hijos en Internet (o disfrutando de las tecnologías) con tiempo disfrutando otras actividades que no involucran ningún dispositivo tecnológico.
- Conversa abiertamente con tus hijos sobre los pros y contras de estas tecnologías; explícales tus preocupaciones y los problemas que pueden surgir por utilizarlas mal o sencillamente por usarlas. Hazles saber los riesgos y cómo estos influyen en las precauciones rutinarias que tomas.
Nuestros niños son como esponjas: si les damos buenos hábitos que imitar, lo harán; pero si esos hábitos son inadecuados, también los incorporan a sus rutinas. El ejemplo positivo de los padres es una herramienta poderosísima en la adquisición de hábitos saludables por parte de nuestros hijos.