Cuento infantil: Fase III de la investigación: Ingresos a corto plazo.

CUENTO INFANTIL: ¡QUE FATALIDAD ES SER HIJO ÚNICO!

Fase III de la investigación: Ingresos a corto plazo.

10000258_10201365843139787_1734286846_nDe momento hemos planteado en nuestras primeras investigaciones los puntos más habituales, pero no los más complejos, ahora me sumiré en aquellos que ocultamos seamos hijos únicos o hermanos. De todos es sabido que los hijos únicos tenemos algunas ventajas, que no lo son tanto púes enseguida os haré ver la realidad.

Presumimos de tener siempre dinero, pero, bueno ya sabéis que siempre hay un pero o un manzano, no se puede sacar más ¿qué pasa si con la paga no te llega? ¿De qué recursos económicos disponemos?, púes de pocos:

Recursos económicos

A/ La paga, siempre es la misma y encima te obligan a tener una hucha para que aprender a ahorrar.

B/ La familia… ¡Jo! con la familia cuando lo ves te dan todos dinerillo, pero siempre va al mismo bolsillo… el de tus padres, que sí… que luego con él te compran cosas.

C/ ¿De dónde sacas?

En esta investigación era importante tener una reunión inminente con Juan, a mí se me acabaron las ideas pronto. Le pregunté ¿qué hacia él para tener dinero disponible? que yo… si tengo dinero pero es como un fondo de inversión lo ves pero no lo tocas, mis padres dicen que eso es responsabilidad, y yo pienso que es un puro rollo que se han inventado para castigarme, Juan lo tenía claro como siempre, mi vecino es un pozo de sabiduría él ya disponía de varias opciones.

Opciones de Juan:

A/ Mama necesito que me des dinero para comprar material para plástica

B/ Mama necesito dinero para el amigo invisible

C/ Te ofreces voluntario para comprar el pan y el avió olvidado

No podía esperar, tenía que poner en práctica cuanto antes las opciones que me proponía Juan, era la “leche” qué bueno, a mí no se me hubieran pasado por la cabeza, no cabe duda es todo un genio, mejor dicho un genio de la supervivencia.

Empezaremos la investigación con la opción “A” u opción del material.

Aquel día preparando todo mi argumento llegue el último a casa. Dejar todos los puntos cosidos, como dijo el hermano mayor de Juan era primordial, el guión estaba perfecto, lo había estudiado de “p” a “pa” no tenía que parecer nervioso y ensaye oportunamente para eso.

Mi madre ya no estaba en el baño, si no en la cocina con mi padre, ella guisaba, no quise pensar en ese instante el ¿qué? y mi padre le ayudaba, esto lo hacía según él, porque quien manda… manda, esto sigue demostrando que las madres son un algo que no tiene explicación ni para los hijos ni para los padres.

En fin… viendo el percal hice lo que creí mejor, que era salir corriendo hacia el baño, por lo de… “allá donde fueras haz lo que vieras” y el mejor ejemplo era el de mi madre, en el baño puse atención a los que pronto serían mis víctimas.

-¡Alejandro hijo! ¿Eres tú?

Pregunto mi madre, que lista… ¡qué lista! Seguro que ya intuye algo, es la pera limonera, si aún no me ha dado tiempo a nada ¡Jo! a ver si no para que pregunta, quien va a ser si no, además porque no se extrañaba mi padre, ¿había alguien más que tuviese las llaves de casa? no había más remedio tenía que contestar frío y decidido. Lo tenía todo ensayado no podía fallar.

–   Pues claro… no pensaras que soy el butanero.

Entonces escuche a mi padre dar una carcajada del todo increíble, y a mi madre reprenderle, esto de la “represión” es una cosa que a las madres les sale por naturaleza, siempre, siempre están ojo avizor, a la que hagas o digas “zas” y no te libras ni por las buenas.

–   ¿Por qué te ríes? Pero buenos están el papi y el niño, es que os penséis que tengo tiempo para filtrear a deshoras con el del gas, más os valdría echar una mano- Dijo mi madre.

Que chungo lo tenía, sin querer le había enfadado, pero ya no existía escapatoria, un estudio… es un estudio, y en algunas ocasiones las investigaciones llegan a ser peligrosas, pero lo mejor es reponerse y seguir adelante.

Hice precisamente lo que me dijo Blas el hermano mayor de Juan, me apoye en el cerco de la puerta como cansado, era la única forma que encontramos para disimular mi temblor de piernas, y allí que fui.

–   ¡Mama!

–   ¿Qué?

Me dijo sin ni siquiera mirarme, pero eso sí… mi padre me miraba con los ojos muy abiertos, de tal forma que le dijo a mi madre.

–   ¿Qué le pasa a este crío? –  Señalándome.

Entonces mi madre se dio la vuelta, ella también abrió los ojos como platos, se dirigió a mí a velocidad luz, esto solo lo hace cuando piensa que estoy en inminente peligro o hago algo mal.

–   ¡Pero bueno Alejandro! ¿qué haces apoyado en el marco de la puerta con los pantalones bajados? ¿es que no sabes abrochártelos?

Todo esto lo decía mientras me subía los pantalones y me abrochaba la cintura, estropeé todo de nuevo, mira que lo había ensayado, claro que todo menos lo del baño, la improvisación en estos casos tiene sus contradicciones.

A mi padre le dio otro ataque de risa, y solo sabía decir “que pavo…que pavo” ¡Jo! con lo del pavo, ni que amaneciese yo todos los días con plumas.

No podía esperar más así que allá fui.

–   ¡Mama!

–   ¿Qué? ¿Qué te pasa hijo? Estas muy raro ¿dónde andas metido? ¿no estarás haciendo nada que no debas?

–   Pero que dices mujer…

–   Pues… ¿tú me dirás que le pasa al niño? mira que cara si esta en los mundos de yupi o pokemon lo que sea, a este niño le pasa algo, te lo digo yo.

Debía aclarar esta situación enseguida.

–   ¡Que no me pasa nada mama! solo necesito que me des dinero, tengo que comprar unas cosas para plástica.

Entonces mi madre me tomo la temperatura poniendo la mano en mi frente, y dijo

–   Este niño está metido en cosas raras, me está pidiendo dinero para ellas ¡mira Alejandro! quien mal anda mal acaba, así que te lo voy a poner difícil, como ya no son horas y está todo cerrado, me apuntas lo que necesitas y mañana te lo traigo yo cuando venga de trabajar.

Decididamente la opción “A”, no me había causado nada más que problemas, tendremos entonces que descartarla, ahora encima mi madre pensaba que yo hacía cosas raras ¿pero cuáles?

            Frustrado este primer intento, le apunte el material para plástica que me pareció lógico, no tenía otra escapatoria.

            Hemos dejado pasar varios días desde el intento de la opción “A”, veamos como discurre el experimento de la opción “B” el amigo invisible.

            Los daños colaterales que me causa el principio de esta investigación me han traído más de un dolor de cabeza, mi querida madre se dedica a registrarme la habitación, y además a conciencia, he tenido que deshacerme de mis notas prácticas, y llevar conmigo continuamente mi cuaderno de investigación. Claro que se hubiera ahorrado muchísimo tiempo de rebusque si lo hubiera encontrado al principio, ya que seguro que lo leería, sobre todo si está escrito por mí, tiene como una fijación patológica por mis cosas, pero entonces mi investigación hubiera concluido sin más, he de ser consciente de que esquivarla, y esto es todo un arte, entre su capacidad innata por buscar, creo que esto lo he heredado yo, y el olfato ese que tiene para resolver casos, lo tengo chungo, me da la impresión que estoy en un show televisivo como esos en los que te ponen una cámara, y te graban las veinticuatro horas, ando por mi casa con la sensación de tener unos ojos pegados a mi espalda ¡que agobio!.

            Sigo esperando el momento oportuno para continuar. Mientras y a falta de recursos Juan se ha prestado para guardar mis apuntes en su casa, no tenía otra escapatoria, mi madre sigue con su fijación, que manía le ha entrado con que ando metido en cosas raras.

            Ha cambiado hasta su rutina y protocolo de entrada, es curioso ahora ya no se mea nada más llegar, ahora viene antes, después, mientras, existe un periodo de incertidumbre de unos cuarenta y cinco minutos, cuarenta y cinco minutos en los que aparece de improviso, viene a velocidad luz hacia mí, y respira profundamente ¡caray! ahora no tengo una madre, parece el perro del dueño del ultramarinos, me olfatea como si fuera yo un ramo de flores del día de la madre, con el mismo ímpetu y dedicación, me está creando complejo de florero.

            He de esperar, ya se cansará o eso dice el hermano mayor de Juan, que tras consultarle mis inconvenientes, aparte de darle un ataque de risa, me tranquilizó y me dijo que todo era perfectamente normal, que a partir de ahora ni se me ocurriera comer chicle de menta, me aseguró que me traería problemas, ya que todas las madres tienen la certeza que entre los chicles de menta y las cosas raras existe una conexión. Cuidado que hay que ser rarita para pensar esto ¿que tendrán que ver?

            Esto de tener doce años es muy complicado, ahora resulta que no puedo comer chicles, soy un sospechoso, ya no soy un hijo, ¡Jo! solo soy un sospechoso ¡no! mejor diré… sospechoso único, o el único sospechoso.

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